5.5.09

Ignominioso

Este blog necesita de la resistencia y tenacidad humana, hoy llamada “insurgencia”, contra la incansable estupides de siempre, levanta los puños de lucha por la pronta liberación de tanta ignominia…

Esa maldita

vocecilla interior


"En este mundo un pedo es vida

porque hasta el Papa bien se lo tira"

Hoy que llegué a la oficina noté que algo andaba mal en mi barriga. Aún no llegaba ninguno de mis compañeros, así que… esa maldita vocecilla interna sugirió:

- ¡Tírate un pedo! ¡No hay nadie!

- Ay, no!! –le dije- que tal que llega alguien y lo oye o, peor para él, lo huele?

- ¿Y eso qué? ¿Ellos expulsan esencia de rosas? Después no te quejes de que te duele la tripa.

- Mejor voy al baño; ¡y ya déjame en paz, maldita!

Ya sumida en mis pensamientos, en la tranquilidad del baño –han notado que, muchas veces, la inspiración siempre llega a nosotros cuando estamos ahí?- reflexioné: ¿Qué de malo tiene tirarse un pedo? ¿Y qué si todos lo oyen? ¿Y qué si lo huelen?

¿Por qué avergonzarnos de un proceso tan humano, tan natural? En su inmensa sabiduría, la naturaleza nos dio por donde eliminar los desechos que, de otro modo, nos matarían si se quedaran adentro. Igual pasa con los eructos, la extracción de mocos, la caca y, en general, con todos nuestros desechos corporales. Nos cuesta hablar de estos nuestros productos más “réprobos” y, sin embargo, la mierda –por ejemplo- ya tiene su propia ciencia de estudio, la escatología, y muchos escritores le han dedicado a este y sus temas relacionados líneas y hasta libros completos.

Voltaire mencionaba en su maravilloso Diccionario Filosófico:

“Al hombre soberbio, que se cree imagen de la Divinidad, puede preguntársele si Dios come, si Dios está dotado de intestino recto, y ese hombre sería menos soberbio si estuviera enterado de que su corazón y su talento dependen de una evacuación, y ya no se creería imagen de Dios.”

Francisco de Quevedo escribió en su libro Gracias y Desgracias del Ojo del Culo:

“Lo otro sábese que ha habido muchos filósofos y anacoretas que, para vivir en castidad, se sacaban los ojos de la cara, porque comúnmente ellos y los buenos cristianos los llaman ventanas del alma, por donde ella bebe el veneno de los vicios. Por ellos hay enamorados, incestos, estupros, muertes, adulterios, iras y robos. Pero ¿cuándo por el pacífico y virtuoso ojo del culo hubo escándalo en el mundo, inquietud ni guerra?”

Desde niños, se nos enseña la censura que debemos mostrar hacia nuestros propios excrementos y si los evacuábamos en la cama o los chones –por accidente, claro- éramos “cochinos” o “malos”, ¿cuántos habrán crecido con la idea de que lo que sale del cuerpo es algo asqueroso e innombrable? También habrá quienes superada esa etapa encuentren un placer en cagar o aventarse un pedo. Si todos estos actos son sucios o placenteros, dependerá de cada uno de ustedes, de la familiaridad que tengan con quienes comparten el momento, etc., pero lo que si les recomiendo es no torturar a su cuerpo impidiéndole la liberación de estos desechos.

Con todo esto no pretendo que incluyan a los protagonistas de esta columna como tema central en sus tertulias -a menos que quieran discutirlo desde el plano filosófico-, porque podría ser que alguien se sienta ofendido por su meticulosa descripción de su última conversación con el retrete; pero si espero que tomen estos actos más a la ligera y que llamen a las cosas por su nombre, sin enrojecernos o ponerles sobrenombres, y ¿porqué no? Si se nos suelta un pedo o un moco en público, acéptenlo y rían de la ocasión, quizá hasta descubran el grado de confianza que puede haber con sus amigos.

Un tío solía tirarse de pedos en todo momento, y encerrarlos en los lugares en donde había una alta concentración de población familiar para después observar nuestras caras de sorpresa y asco, seguidas de disgusto. Pero no solo era hábil para echarse de pedos; algunas veces, al viajar en transporte público, solíamos sentarnos en el asiento trasero para dominar el panorama. Él hurgaba en su nariz, se sacaba un moco, lo hacía bolita y con un mágico movimiento de dedos lo lanzaba hacia el frente hasta que la trayectoria de este se detenía en el cabello de alguien.

Si tienen una historia en donde los protagonistas sean la caca, el pedo o los mocos, compártanla. Se reirán y nos reiremos todos. Recuerden "No te tomes la vida tan en serio, a fin de cuentas, no saldrás vivo de ella."

Esa maldita vocecilla interior que todo lo critica y todo lo reclama, es un monstruo interior que busca mostrar mi supuesta naturaleza humana, aunque yo me traté de comportar conforme a las normas sociales. Aquí anotare sus exigencias, mientras descubro cuales son pertinentes y cuales no. Por cierto, me está diciendo que si dejan de leerme los mate.

1 comentarios:

Anónimo dijo...
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